lunes, 8 de marzo de 2021

La Mujer Siempre Pierde

Estábamos sentados en la mesa almorzando en familia. La típica conversación: lo que pasa en las noticias. "¿Viste esa chica que la mató el marido?" "Mira, embarazada con 3 hijos y ahora el marido la deja. ¿Qué va a ser de esa muchacha?" "Si no estudian, con la justa terminan el colegio y ya las casan y se llenan de hijos." Terminando así el almuerzo con una conclusión: la mujer siempre pierde. Yo tenía menos de 10 años y quien afirmaba esto en casa, por más increíble que suene, era mi mamá. 

Eso fue lo que siempre escuché mientras iba creciendo; la mujer siempre pierde... Inconscientemente yo estaba destinada a perder; todo lo que logre en la vida sería en vano, porque al final, siempre perdería. Si me casaba seguro mi marido me dejaría, si lograba un trabajo seguro no llegaría lejos, si tenía hijos seguro me tratarían mal y me dejarían sola. Nada de lo que yo me propusiera hacer en esta vida tenía sentido, ¡siempre iba a perder entonces, what's the point?!

Pero en paralelo, algo raro pasaba en casa. También me decían que yo era muy inteligente y tenía mucho talento, que podía lograr lo que quisiera, ser lo que quisiera. A ver mano, ¿qué chucha pasa acá? Jajaja no puedes decirle a una niña que está en su naturaleza fallar pero también motivarla a hacer más cosas. Entonces así siempre crecí, celebrando a medias los logros, encontrándome con la desilusión al final del camino. 

Cuando empecé a ser más madura y consciente de la vida, sobre todo de las sorpresas que te da la vida, me di cuenta que yo sí podía lograr cosas -y acá viene un punto muy interesante- laboralmente yo sobresalía, en las clases yo sobresalía, cualquier grupo donde estuviera siempre yo tendía a liderarlo. ¡Entonces yo sí podía lograr cosas, yo sí podía triunfar! Y a lo largo de ese camino una idea iba entrando a mi cabeza, sembrada por mi entorno... Fátima lo puede hacer porque tiene huevos. Fátima lo logrará porque tiene testosterona. Fátima lo va a conseguir porque ve las cosas diferente: las ve como un hombre.

Conclusión: soy mujer pero logro el éxito porque tengo cualidades de hombre. ¡Qué buena payasada! Pero, ¿saben qué? Yo decía lo mismo. Es que claro esa era la única explicación, si las mujeres no pueden pero yo soy mujer y puedo, entonces es porque pienso como hombre, estaba "clarísimo". Una vez un equipo hizo la advertencia que ellos necesitaban alguien con mucha fuerza y que preferían tener un hombre en vez de una mujer, mi jefe de ese entonces dijo "pero Fátima ha sido estibador en vidas pasadas" porque claro, mi peso/tamaño también se relacionaba a algo masculino. ¿Yo qué hice? Me reí.

Pero llega un punto en el que no te da risa. Llegué hasta a hacerme análisis de testosterona porque algo malo había en mí, no podía ser una "mujer normal" porque iba en contra de lo que estaba establecido para mí: PERDER. ¡Qué tal daño! ¿Y saben cuándo empecé a pensar diferente? Cuando cambié de ambiente.

Tuve la oportunidad de tener dos jefas en mi vida, que marcaron mi camino completamente: la primera era la típica jefa exitosa que vemos en las películas; dura, sarcástica, estricta, dominante, por encima de los demás. O sea una Miranda Presley. Pero eso era para afuera, era la careta, la imagen o el papel de la jefa superior. Yo la conocí y era bastante sensible, amorosa, preocupada por el resto... Yo pensaba, ¿por qué no ambos? ¿Por qué seguir con esa imagen? Porque así tenía que ser en ese ambiente. 

Mi otra jefa fue todo lo contrario. Me escuchaba siempre, nunca se burló de mis ideas, me daba herramientas para potenciarlas, me mostraba referencias, conversaba conmigo. Todos la respetaban pero no por miedo a que los bote, sino porque la admiraban; confiaban en su capacidad y no, no era porque tenía cualidades de hombre. Ahí aprendí que solo uno mismo se pone los límites, las trabas. Una misma es quien se caga sola. Y así fui conociendo a mujeres increíbles que lideraban pero nunca se sentían superiores al resto, mucho menos ante otras mujeres; conocí mujeres que querían ver a otras mujeres triunfar. 

Pero lo importante de cada situación era el ambiente. En un ambiente tóxico no importa quién seas o lo que hagas, siempre habrá esta rivalidad de géneros y estrés por querer demostrar que una mujer puede, así sea de la manera equivocada. Cuando estás en un ambiente donde todos te tratan por igual, sobre sales por quien tú misma eres y obtienes respeto por eso. 

Todavía sigo diciendo a veces que tengo huevos, pero es más por diversión. En grupos de hombres me sentía igual pero por esa idea errónea de "es que estamos entre hombres"... Ahora, me siento igual porque nuestras capacidades son iguales, nuestros objetivos son iguales y nuestras ganas, son iguales. Soy una mujer, en un puesto de liderazgo, en una empresa trasnacional, haciendo cosas importantes junto a 8 hombres talentosísimos. Y somos un equipo grandioso. ¡Qué orgullosa estoy! Hasta "se me para" de la emoción... jajajajajaja 

¡Siempre hacia adelante, mujeres! Que el mundo cada vez está más listo para vernos triunfar.