A todos alguna vez nos han pedido ser padrino/madrina de alguien; ya sea
un sobrino o el hijo de un amigo cercano. Hace 15 años mi hermana Gissella me
pidió que sea la madrina de
bautizo de su hijo Ryan y obviamente yo acepté más que feliz. Ellos viven en
EE.UU y yo había
viajado para acompañarla durante el embarazo, ver nacer a mi sobrino y quedarme dos meses
hasta el momento del bautizo. Creo que el día en que nació fue uno de los más
felices de mi vida, un momento que, ahora a mis 36 años, me doy cuenta que me
cambió por completo y marcó un quiebre muy importante en mí.
Cuando aceptamos ser padrinos, ¿honestamente aceptamos toda la
responsabilidad que esto conlleva? Es decir, muchas veces la gente
bautiza a su hijo "porque es la costumbre, porque tiene que tener padrinos o
incluso los bautizan ya grandotes porque se les pasó". Los padres no
necesariamente son creyentes o practicantes, lo hacen porque se hace y luego
hay una fiesta y hasta a veces el bautizo termina en unos cuantos joncas con
todos los vecinos, ¿o no? #NoMientas. Luego el crío crece y, si no es un
familiar directo, la conexión se pierde y se limita a enviar un regalo por el
cumpleaños y con
suerte por Navidad. Pero, ¿realmente eso es ser un padrino?
Hace unos meses mi hermana me escribió para pedirme que viaje para la
confirmación de Ryan, esto
es un sacramento en la religión católica en donde el ahijado confirma su fe en
el catolicismo, donde mi hermano Christian sería su “Padrino de Confirmación”. Con la
emoción del viaje y la celebración, hice todos mis trámites y en 1 semana ya
estaba más que preparada para pasear, comprar y tragar rico.
Apenas me recogieron del aeropuerto nos fuimos de paseo a un resort en
la playa bravazo. Mi prima que vive en Nueva Jersey también viajó con su mamá
así que éramos EL MANCHÓN en un mini depa del hotel con vista al mar. Una
chelita por aquí, un puchito por allá, risas y más risas. Justo coincidió con
el feriado de Semana Santa entonces en la mañana del primer día salí con mi
hermana a pasear por el malecón y a conversar de la vida...
¿Hermana, te llegaste a confesar antes de viajar? Ehhhh, no tenía
idea de por qué la pregunta pero la respuesta era simple: NO. Mi última
confesión fue hace pffff más de 20 años, creo que cuando fue mi confirmación.
¡Es más! Ni siquiera para el bautizo de Ryan nos dimos cuenta de ese punto. Bueno, la siguiente semana es
la confirmación de Ryan y siendo su
madrina obvio tienes que comulgar y para eso tienes q estar confesada. Además,
este domingo es Pascua de Resurección e iremos todos a misa en familia.
Yo soy creyente, sí, totalmente pero no muy practicante de mi religión. Estoy en desacuerdo
con algunas prácticas de la iglesia, sí, también. No voy mucho a misa ni soy
partícipe de sus eventos. Que creo en Dios, la Virgen y mi fe en general, pues
sí. Pero cuando me dijo que tenía que confesarme... mmmm, no fue algo que me agradara.
Al día siguiente mi cuñado se levantó temprano y me dijo que me llevaría
a la iglesia. Chino, ¿de verdad vamos a ir a la iglesia o iremos a Mc
Donald's? Él me miró, se mató de risa y me dijo las dos cosas y primero me llevó a la iglesia,
que justo estaba cerrada y no atendía confesiones por el día festivo. Yo
pensé ¡uffff me salvé! Pero no.
El domingo de pascua fuimos todos a misa en una iglesia cercana al
resort. La típica iglesia de pueblo que ves en las películas, donde todos
son gringuitos y blanquitos, gente mayor y los turistas como nosotros; las niñas con
vestido de flores y su chompita, los niños con camisa y pantalón, las madres en
vestido arregladas y los padres impecables como cabeza de hogar. Todos se
conocen, todos se saludan y el padre los recibe en la puerta. Hay un coro,
todos saben las canciones y no queda espacio para nadie, la iglesia reventaba.
Cuando llegó la hora de la eucaristía, de manera ordenada se iban
levantando uno por uno en filas, para no crear caos. Yo estaba bien sentada
pues, ¡no podía comulgar porque no estaba confesada! Así que con mis ojotes
latinos miraba atenta a los demás a ver quién más se quedaría sentado.
Ni una puta alma se quedó. Todos, literalmente todos, se levantaron a
comulgar. Hasta ahí me sentía incómoda porque era algo bien notorio, o sea,
todos de pie menos la gordita latina. Resultó que Pascua de Resurrección era un día sumamente importante y yo ahí
sentadota. Mi hermana me miró y pasó de largo, mi hermano se mataba de risa, mi
prima igual... Cuando pasó Ryan me miró con cara de indignación ¡¿Tía,
no te confesaste?! -No, estaba cerrada la iglesia. Y moviendo la
cabeza en sentido de negación siguió adelante. Creo que nunca me había sentido
tan avergonzada, no por la gente, sino porque sentí que lo había decepcionado.
Cuando volvimos a la casa, lo primero que él hizo fue darme su libro de
confesiones para que aprenda lo que tenía que hacer. Yo sentía demasiada
presión porque tenía que hacer algo que yo no quería y no había alternativa: lo
tenía que hacer. Una mañana mi hermana me recogió y me llevó a su iglesia (ahí
sí había más gorditas latinas, ja). Llegamos y había una larga fila de
"pecadores" esperando para entrar. Me senté y esperé.
En ese momento algo pasó; yo empecé a sentirme mal. Me dolía la cabeza,
me sentía mareada y me dio taquicardia. En otras palabras me dio un ataque de
ansiedad y no entendía por qué. Más pasaba el tiempo yo peor me ponía, los
pecadores se iban y mi turno se acercaba, peor se me aceleraba el corazón. La
puerta se abrió y era mi turno.
No tengo idea de cómo hacer esto, padre. Yo fui sincera,
le dije que era porque se venía la confirmación de mi sobrino y yo tenía que
estar ahí y comulgar, pero que yo sentía cierta desconexión con Dios por
algunas cosas que me había pasado en el último año. Dije algunas cosas más y
luego el padre me dijo algo muy importante; que si yo hacía esto por mi
sobrino, entonces tenía que hacerlo todo de corazón y honestamente, porque para
él era importante, era importante que yo participe de su confirmación, de los
rezos en casa, de la comunión, de ir a misa. No era una cosa que me imponían,
sino que esto era parte de su vida y yo, al ser su madrina, debía darle el
ejemplo porque él sí es un miembro activo de la iglesia.
Qué fuertes palabras: tú eres su ejemplo. Él te
admira y tú tienes que guiarlo. ¿Ese no es, al final, el rol de un
padrino/madrina? ¡El verdadero rol! Entonces me di cuenta el papel tan
importante que yo jugaba en su vida, en su desarrollo católico. De repente en
mi vida diaria no soy practicante pero en ese momento, había alguien que
necesitaba que yo lo sea, y por él, todo.
Entonces, mi confesión debía ser auténtica y honesta. Pobre padre, se le
deben haber quemado los oídos de escuchar mi gran lista de pecadillos... ¡hasta
lloré! Y creo que también me sirvió para botar esas cosas que a nadie le
cuentas y las tienes ahí jodiéndote la vida. Cuando salí tuve que rezar lo que
me indicó el padre y luego nos fuimos. Mi hermana me preguntó qué tal y yo
solo dije tienes que alimentarme porque estoy débil, me acaban de
sacar al diablo. Y las dos nos cagamos de risa y solo me dijo recuerda
que quien te confiesa es Dios y él te perdona todo.
En la confirmación ahí estuvimos todos como familia, en la misa,
comulgando juntos en gracia, ¡inclusive YO! Y
luego celebrando en un almuerzo bonito. Mi Ryan me regaló varias cositas y
entre ellas estaba un llavero de San Benedicto, el santo a quien él admira y lo
llevo conmigo siempre.
¿A qué voy con todo esto? A que realmente aceptemos todas las responsabilidades
que conlleva ser el padrino de alguien, y no solo eso, sino el rol que tenemos
los tíos en las vidas de los chicos. No estamos para malcriar, ¡al contrario!
Estamos para dar soporte a los padres, para estar ahí con ellos en todos sus
momentos, no solo en la diversión porque claro, nosotros no vivimos con ellos,
no somos "los padres" pero también podemos educar, también podemos
corregir y podemos guiar.
Tal vez no me he vuelto Santa Fátima, pero creo que sí crecí
interiormente en este viaje. Más allá de la diversión y de comer en todos los
restaurantes de Virginia, me quedo con esto: tratar de hacer mejor las cosas.
Así seguiré siendo su modelo, y él también, con sus actos, ha pasado a ser mi
gran inspiración de fe y eso, no lo cambio por nada.