Yo ya tenía mis sospechas pero siempre he creído que lo mejor es no asumir y esperar la confirmación. Así que eso hice. Esperé y esperé y seguí esperando hasta que una buena mañana el mensaje llegó. ¡Hola! ¿Te parece si nos juntamos para almorzar? Quiero conversar contigo de algo.
Brian y yo nos conocimos hace muchos años por medio de una amiga y desde el primer instante nos hicimos grandes amigos. Es una de las personas más buenas y sensibles que conozco, además de botar creatividad por donde camine. A veces nos veíamos y me robaba un beso, a veces yo le robaba más, pero nunca tuvimos algo serio. La verdad, es que nunca supimos por qué.
Después de un par de años de besos esporádicos, cuando yo tenía 23, me llamó para vernos. Salimos, nos besamos y al día siguiente nos volvimos a ver, nos volvimos a besar, me fui, me llamó, regresé y los besos continuaron... Empezamos a salir y así, sin querer queriendo, nos enamoramos.
Estábamos literal todo el día juntos, además, ¡trabajábamos juntos! Me jaló con él para ayudarle en producción y yo pasaba a recogerlo a las 6 a.m. y lo dejaba en su casa a las 11 p.m., así todos los días. Éramos compañeros de aventuras, cómplices, socios, partners in crime y enamorados. ¡Teniendo en cuenta que es chu-rrí-si-mo! Hermoso, todo era hermoso y perfecto.
La magia duró poco, pero la amistad siempre fue lo primero... además, ¡había amor! Ya no estábamos pero yo sentía que lo amaba y que él también lo hacía. Simplemente ya no estábamos enamorados. Difícil de explicar, difícil de entender, pero creo que ese es el verdadero significado del amor.
Entonces, volviendo a esa buena mañana... acepté la invitación para almorzar, me arreglé y fui directo a nuestra cita. Los dos, ya en nuestros 30. Nos encontramos, pedimos la comida, hicimos un breve update de nuestras vidas y luego tomando un gran respiro me lo dijo... Fátima, soy gay. Tengo un novio, vivimos juntos, tú lo conoces... Seguro ya te habías dado cuenta, pero quería ser yo el que te lo dijera de frente...
...no quiero que pienses en que te mentí, en que fuiste una pantalla. Tú fuiste mi última enamorada y de corazón, de verdad, no quiero que pienses que te engañé o te usé o lo que fuese. Yo me enamoré de ti y te amo hasta ahora. Eres una de mis mejores amigas, eres mi familia y antes de que la gente hable o se empiece a decir cosas, mejor quería decírtelo y que no guardes ningún rencor.
Yo sonreí, lo tomé de las manos y le dije ya lo sabía, Facebook me lo contó. Los dos nos matamos de la risa y nos miramos de la misma forma de siempre: como cómplices, socios, partners in crime. Y luego lo único que quería saber era toda la historia de amor entre esos dos.
Él seguía siendo el mismo, ¡eso nunca cambió! Simplemente ahora él había encontrado el amor de pareja en otra persona. Y lo que yo valoré en ese momento fue que siempre me tuvo en mente, siempre tuvo esa consideración para conmigo. Hay que ser valiente para enfrentarte a algo.
Cuando cuento esto mucha gente me pregunta ¿no te da pena? ¿Pena? ¿Por qué? ¿Por qué me daría pena la felicidad de alguien que quiero? Si él estuviera con otra mujer "me tendría que dar cólera" pero como está con otro hombre "me tendría que dar pena". O me dicen ¿y cuando se ven se pintan las uñas UNA A LA OTRA? Acá la verdadera pregunta es ¿por qué la gente es tan cojuda?
El amor, es simplemente eso, AMOR. Yo lo amo con todo mi corazón porque es una persona maravillosa y él me ama también por quien soy. Y mi amor y apoyo será siempre incondicional. Eso, al final, es lo único que cuenta. ❤