Hace unos días mientras estaba parada en la esquina esperando que pase un taxi que tenga la amabilidad de querer llevarme hasta La Molina lo vi pasar en su carro. La misma cara gorda y las ojeras clásicas del cansancio de ir y venir a Lima; le ventana a medio bajar y la música de Metallica a todo volumen. ¿Cómo no lo iba a reconocer?
Me parece que lo conocí en el 2003, lo tenía apuntado en alguna agenda pero no recuerdo en cuál y obviamente debe haber estado llena de chiboladas y stickers y corazones. Lo que sí sé y nunca se me olvida es que fue un 26 de abril cuando llegó a mi casa en su ropa "carismática" y desde ese día, por más que he querido, no he podido olvidarlo.
Todo el camino a mi casa me la pasé con los audífonos escuchando "Nothing else matters" y recordando cuando íbamos en su carro azul por la calle cantándola y yo le decía ¿Puedes parar en el grifo a comprar Trident de mora y cigarros? y él se molestaba porque decía que seguro alguien nos iba a ver y nos iba a descubrir y a mí, obviamente me importaba un carajo y le seguía insistiendo hasta que paraba en el mismo grifo de siempre. Después me pedía un cigarro y abría la boca para que le de un chicle. ¿Cómo es posible que algo tan estúpido sea uno de los mejores recuerdos de mi vida?
Siempre me acuerdo cuando lo esperaba estacionada en mi carro a mitad del camino y él pasaba despacito en el suyo encendiendo las luces según él en clave morse para que yo arranque y lo siga. Cómo era tan divertido tener algo secreto, que era sólo de nosotros y no importaba si alguien más lo sabía o no. Las carcajadas que nos daban cuando en el pasillo prendían la música y él decía que era por mi culpa. Las largas horas sin luz en pleno día, sin comer, sin teléfonos ni remordimientos ni ataduras ni reclamos.
No les voy a mentir, a veces entro a acosar su Facebook y ver en qué anda porque no nos hablamos hace muchos años y aunque fue muy difícil entender, perdonar y sobre todo aprender de los errores, me alegra mucho saber que es feliz, porque siempre va a tener un lugar especial en mí y cuando se quiere de verdad a alguien no se le desea mal por más que no se haya portado bien contigo. Pero lo que sí les quiero decir -y sé que él va a leer esto porque también acosa mi Twitter- es que así como me alegra que él sea feliz, también deseo que encuentre paz en su corazón, sobre todo humildad.
Febrero llegó con su San Valentin, sus rosas y chocolates, me atrapó en un "volver a vivir" y sí pues, nunca he podido y no creo que pueda olvidarlo, porque los lindos recuerdos siempre se deben guardar, pero lo que sí puedo hacer y si a ustedes les pasa lo mismo espero que lo hagan, es cerrar el libro y quedarme con los buenos recuerdos. Como dirían Los Prisioneros, que lo guardes en un libro y lo atesores cerca de tu corazón. Happy Valentines, mucha suerte y adiós.
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