Me pasa que cuando alguien me ve triste me dice "pero si tú siempre paras sonriendo"... Eso solo puede explicar una sola cosa: nadie sabe lo que realmente pasa por la cabeza de una persona. NADIE.
Aprendí a reírme de mí misma porque era más fácil lidiar con las situaciones. Siempre se han burlado de mí y al hacerlo yo primero le cortaba la entrada a los burlones y yo terminaba siendo la divertida, la graciosa, la que tiene correa... Creo que al principio fue por tapar dolor, pero eventualmente me di cuenta que mis "desgracias" hacían reír al resto. ¿Qué bonito se siente hacer reír a alguien, no?
Así nacieron las infinitas historias de "Conversaciones profundas" en mi Facebook, luego los videos, luego este blog, hasta mi fan page... Para llenar de historias divertidas las redes sociales y hacer que la gente se ría a raíz de mis dramas existenciales y travesuras que me juega la vida. Así me ve la gente, así me dejé ver...
Pero ahora pasa lo contrario y después de muchas batallas en mi mente, he aprendido a decir ESTOY TRISTE. He aprendido que estar triste es normal, que está bien no tener ganas de hacer nada, que no tiene nada de malo llorar, pero sobre todo aprendí a que está bien tomarte tu tiempo para pararte y volver a sonreír.
Este año ha sido uno de los más difíciles en mi vida. Ya había pasado por temas jodidos, visitas a terapia, ansiedad, pastillas y relaciones tóxicas... pero aún así, siempre me mantuve como la más fuerte del mundo, la que nunca se cae, la que está ahí al frente, cuidando a su gente, sacando la cara, animando a todos a seguir. ¿Saben qué? Llegó un momento en que solté mis armas y me dejé caer. Este año me hundí en la peor depresión que he podido enfrentar.
No tienen idea lo que es llorar toda la noche sintiéndote una porquería (esa es la palabra) y luego ir a trabajar con una sonrisa o sentarte a la mesa a almorzar con tu familia diciendo que todo está bien. Es horrible mentirle a la gente que quieres y es absurdo porque se suponeeeee que la gente que quieres siempre se va a preocupar por ti y te va a ayudar, pero el tema es que siempre yo puse al resto antes que a mí. ¿Qué van a pensar? Se van a preocupar. No puedo llenarlos con mis problemas. Soy una carga. No les va a interesar. No puedo hacerles esto... ¿Se han sentido así?
Todo empezó el año pasado con mi crisis de los 30 (que llegó a los 34), cancelé mi reunión de cumpleaños, pasé las 12 llorando con mi mejor amiga porque sentía que tenía 34 años y no había logrado nada, que estaba en nada, que no avanzaba ni sabía a dónde tenía que ir.
Volví a terapia, compré libros de auto ayuda, empecé a hablar más mis cosas, a relacionarme con otro tipo de personas, me enfoqué en mi trabajo y traté con todas mis fuerzas de mejorar, pero nada funcionó y cada vez me sentía más miserable. No entendía qué era lo que estaba haciendo mal. ¡Yo quería mejorar! ¿Por qué no pasaba nada?
Y de pronto llegó nuevamente mi cumpleaños, 365 días después de mi crisis y toda mi vida cambió. En estos 4 meses he soltado los secretos más oscuros que tenía guardados, me mudé de mi casa y terminé la relación más importante que he tenido. Tuve días en donde no veía la luz, mi cabeza estaba bloqueada, no podía pensar y solo lloraba. Mi corazón estaba completamente roto.
Pero, ¿saben qué aprendí de todo esto? Aprendí que tengo una gran familia y los mejores amigos del mundo, porque son momentos como estos los que te demuestran quiénes realmente están ahí para ti, quiénes realmente te son leales. Aprendes a valorar esos mensajes para saber cómo estás, aprendes a dejar que te cuiden, ¡tú ya no tienes que cuidar al resto! Está bien dejar que los demás se preocupen por ti, que te atiendan... pero sobre todo, aprendí que solo YO me puedo cuidar.
Estar triste es una gran cagada señores, ¡lo es! Pero solo así podemos valorar las cosas bonitas y buenas. Solo así puedes reírte con ganas, puedes amar plenamente, puedes ayudar al resto.
¿Sigo triste? Sí, un poco, no como antes pero a veces me caigo y qué feliz me hace saber que tengo gente que está ahí para ayudarme a levantarme. Y qué bien me hace, también, saber que los que no están conmigo, realmente no me merecían. Así que, ya saben, cuando alguien te diga "no logras nada llorando" lo que debes decir es: ya lo sé, pero ME AYUDA A DESCARGAR MI PENA.
¡No se preocupen que la sonrisa aún sigue! Los dramas en mi vida seguirán y yo seguiré contándolos de la manera más sarcástica y burlona posible. Porque no importa lo mal que la pases, si tienes con quiénes reír de verdad, todo vale la pena y los corazones rotos, se van curando...
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