domingo, 27 de septiembre de 2020

I'll Never Go Back To Georgia

Era el verano del 2010, no nos habíamos visto después de un montón de tiempo pero, como siempre, parecía que no era así y que el día anterior nos habíamos encontrado en la universidad y nos reíamos de las locuras que hacíamos en mis fiestas de cumpleaños. El tiempo nunca pasa para nosotros, nos vemos más viejos -sobre todo tú- pero todavía nos sentimos como dos chiquillos aprendiendo a fumar.


Fue el primer martes del año, insististe para que salgamos a bailar. Eso de producirse para ir a una discoteca no es lo mío, me dijiste que no era nada fichón, que bailaríamos salsa en un lugarcillo de Barranco y que, además, conocería a tu grupo de amigos.¿Salsa? ¿Barranco? ¿Nuevos amigos? Ufff, no... Siempre fuimos tú y yo solos, ya de por sí la idea de salir con otras personas me tenía nerviosa. Para variar terminaste convenciéndome y manejé hasta tu casa, hice lo que pude con la producida. Nos subimos a tu carro y pasamos como movilidad escolar por la casa de cada uno de tus amigos y una vez el auto lleno, nos fuimos a bailar.

Mientras escuchábamos algunas salsitas como para calentar, tú te encargabas de contar nuestra historia a los amigos; "nos conocemos desde los 10 años", "No, es desde los 11", "Siempre me equivoco, y ella siempre me corrige". Así era la dinámica, tú siempre contarías la historia mal porque sabías que yo diría que es una total mentira y empezaría un relato verídico. Luego contabas una que otra historia vergonzosa para mí y después de las interminables carcajadas, contabas quién era, qué hacía, siempre echándome más flores de las que merezco. Entonces nos mirábamos, sonreíamos y seguíamos el camino.

Llegamos exacto para la tocada en vivo. Tú, para variar, entraste primero con la mirada en alto y el pecho inflado. Seguro, sonriente, ganador. Yo detrás de ti palteada y mirando a todos lados. Por la derecha las chicas regias brindando con Red Bull, por la izquierda los chicos llenaban la barra pidiendo chela y más allá, la cola interminable del baño. Volteaste a ver si estaba viva y yo solo me reía de nervios, ¡no estaba en mi ambiente! Entonces me agarraste de la mano y cruzamos el mar de gente, tú saludando a todos, yo tratando de no tropezarme. Al fondo, detrás de todo el humo del Dragón, estaba la orquesta, lista para empezar tremenda fiesta.

Chelas van, chelas vienen. Prendo un cigarro y trato de no parecer un bicho extraño en el lugar. Los amigos eran súper divertidos y resultó que eran ellos los ansiosos por conocerme. Tú siempre presentándome llena de flores y adjetivos calificativos que exageran mi persona. Nos reíamos, tomábamos cada vez más, recordábamos y con cada canción noventera gritábamos "¿Te acuerdas?" Y brindábamos por eso único que tú y yo tenemos.

La hora de la verdad llegó. Me agarraste nuevamente de la mano y me llevaste al centro de la pista, justo frente a la orquesta que ya estaba saludando a todos. ¡Ahora resulta que también los conoces! Te saludan, me saludan y empiezan los timbales a marcar el ritmo. Hay un grupo de chicas en slaps, faldas largas de colores y bividís que se mueven como locas balanceando las dos chelas que tienen en las manos. Me di cuenta que todos estaban vestidos "relajados" y que nadie me miraba ni estaba interesado en mirar mi ropa. Respiré, me sentí más tranquila pero miro a las chicas bailar y no tengo idea de cómo hacerlo. Sé bailar, pero no salsa, mucho menos dura. El ritmo aumenta, la gente está hipnotizada bailando, empieza a aumentar el güiro marcando el tiempo y la voz aceitosa del cantante suelta un rugir que a todos vuelve locos. Se volvió una orgía musical ese pequeño salón. Tú detrás de mí bailando y diciéndome cosas al oído que no puedo ni entender. Yo; parada inmóvil.

No tengo idea de cómo se baila esto; te dije ya un poco mareada y riéndome al ver que era la única chica adelante que no bailaba. Te reíste pero sin burlarte de mí y me tomaste de la cintura, balanceándote de un lado a otro despacio y de pronto, empezamos a bailar. Tu guayabera amarilla semi abierta me mataba de risa, parecías un tío cubano con su vaso de ron piropeando chiquillas que pasan por la puerta de su casa... y poco a poco me daba cuenta de que ya levantaba los pies del piso, ya dábamos vueltas, ya bailaba con los ojos cerrados.

A las 3 de la mañana llegó la hora de irnos. Fuimos despacio por la Vía Expresa mientras yo fumaba y no dejaba de hablar sobre lo chévere que la había pasado. Por más que estuvimos horas escuchando salsa, pusimos más música en el carro y tú feliz me contabas la historia de cada cantante, de cada canción. Me hacías entender los tiempos, contabas los pasos, los puentes, los instrumentos. Yo estaba en mi gloria.

Y así nos pasamos todos los martes del verano del 2010. Yo manejaba a tu casa, salíamos en tu carro, recogíamos a los amigos y nos íbamos a bailar salsa durísima hasta no poder más. Cada vez yo bailaba mejor, cada vez nos reíamos más, cada vez todo era más bonito. Luego "se acabaron las vacaciones" y volvimos a la vieja rutina. Nos alejamos, nos reencontramos, nos volvimos a alejar, nos volvimos a encontrar. Cada vez mejores, cada vez con más sabiduría. 

Han pasado 10 años y todavía puedo cerrar los ojos y verme ahí en el Dragón, al centro de la pista, bailando y cantando con Cheo nuestra canción favorita "El Pito". Felices 25 años de amistad, recuerda siempre que I'll never go back to Georgia, I'll never go back. 

jueves, 23 de julio de 2020

Cuando pase el tren

Hace un tiempo que vengo pensando bastante en mi ansiedad. Algunos días la pendeja pasa a saludarme. Se asoma a joderme la paciencia un rato. Es difícil vivir con ansiedad y ha sido aún más difícil poder manejarla durante esta cuarentena.

Pero me he concentrado más en pensar lo afortunada que soy de tener un buen sistema de apoyo. Muchas veces he hablado sobre los entornos tóxicos; las relaciones, las amistades, la familia... cualquiera que te rodee y no te aporte, ¡o encima que no te aporte, te joda! Hablé ya muchas veces de limpiar a la gente, de no tener miedo de decir no quiero esto, no tener miedo de irte. Pero luego, ¿con quiénes te quedas? Y ahí siempre, siempre, pienso en mi familia, mis amigos y mi flaco.

Tengo un team que ufff... ¡sí que la han sufrido conmigo! Son de esos que se turnan para "monitorearte" cuando no tienes un buen día, que te llaman, te escriben, te pasan memes, le dan like a tus Tik Toks (después del bullying necesario). No te juzgan, te escuchan pero sobre todo, están ahí antes, durante y después. 

Una vez en una reunión salió el tema de la ansiedad y un tipo dijo ¿pero qué es ansiedad, qué sientes? ¿no puedes simplemente animarte? ¡Ah bueeeeeeeeeeeeeee! ¡Animarme! No se me había ocurrido... imbécil. Y por ahí la gente trataba de explicar qué era, cómo se sentían. Yo escuchaba, pero me dejó la duda de cómo explicarle a alguien cómo me siento, cómo hago que los demás al menos puedan hacerse una idea de cómo estoy.

¿Alguna vez han vivido frente a una estación de tren? Yo no, jajajaja pero estaba viendo una película donde un tren pasaba obviamente a gran velocidad frente a una casa y la sacudía por completo, como un fuerte temblor y todos dentro tenían que simplemente sostenerse y esperar. Así es cuando tienes ansiedad. Hay cosas que la empeoran, cosas que tú sabes que pueden desencadenar en un ataque de ansiedad, por ejemplo el trabajo, esperar una noticia, comenzar algo nuevo, no tener una respuesta de algo, en fin... pero muchas veces la ansiedad solo llega. Estás bien y de pronto, ¡buenasssssssss! Llegó a joder y te desestabiliza, esa es la palabra, la ansiedad es ese tren de mierda que viene a velocidad y tú eres la casa que se vuelve inestable, que se mueve de un lado a otro, que no está quieta, que se puede destruir en cualquier momento y no puedes hacer nada, NADA al respecto. Y de ahí... el tren se va y tú vuelves a estar estable.

Una amiga muy cercana me preguntó hace unos días ¿qué puedo hacer para ayudarte cuando tienes ansiedad? Y no solo me acordé del tren, sino de quiénes estaban dentro de la casa; cómo se abrazaban, se daban la mano, se alentaban y solo esperaban, esperaban que pase el tren. Y así es mi nuevo entorno; ahí están conmigo solo esperando que pase, sin decir algo, solo están. Me abrazan, me dicen ya va a pasar, me recuerdan que respire, me hacen reír, me distraen y solo están aguantando conmigo hasta que pase el tren. ¿Ven qué importante es tener a GENTE SANA EN TU VIDA?

Anoche pensaba en una amiga que no la está pasando bien y me pregunté si ella tenía a alguien que le diera la mano cuando pase su tren. Espero que sí y si no, solo quiero que sepa que la entiendo y que aquí estoy, y en general a cualquiera que sienta que su día no está tan bueno, aquí hay alguien que los acompañará cuando pase el tren. Algunos demorarán 5 minutos, media hora... otros tal vez años, ¡pero ánimo! Porque va a pasar y todo va a estar bien. 

martes, 26 de mayo de 2020

Compra Calzones

Una de las cosas más importantes que he aprendido durante este aislamiento social ha sido el ahorro. Soy bien conocida por mi desmedido consumo de comida chatarra, entonces, claro, estos 2 meses sin delivery le han hecho muy bien a mi billetera.

Al principio fue difícil. Yo vivo sola alquilando un cuarto. Tengo las cosas básicas de la vida para sobrevivir pero no tengo una cocina, entonces desde el inicio fue súper complicado poder comer comida "normal". De lunes a viernes yo almorzaba en menú, en las noches comía cualquier cojudecita o salía a cenar. Fines de semana pues delivery obviaaaaaa, entonces ahora me encontraba en casa, sin poder salir, sin poder comprar lo que quería, con mi lata de atún y mi bolsa de fideos lista para hacerse en microondas. Fue difícil.

¡Pero el humano se amolda! Hasta panqueques he aprendido a hacer en un mini grill que canjeé con millas. Las recetas para cocinar en microondas son mis nuevas amigas. Mi refri cambió totalmente, ahora hasta fruta hay dentro. Bajé de peso, me desintoxiqué de tanta chatarra, empecé a tomar mis vitaminas de nuevo, todo bien, todo perfecto.

Ah, pero esa gracia divina duró unas semanas... después de tener que lavar 37 veces el mini grill al día para poder preparar otra cosa (¡que viene en el mismo plato!) ya estaba cansada y aburrida. Mis almuerzos empezaron a ser papitas con helado hasta que... ¡Comenzaron los deliveries de nuevo! Lógicamente me pedí una pizza, pollo a la brasa, pollo broaster, hamburguesa... Todo. Pero ahí vi mi billetera y dije OE KHÁ, NO. No puedo volver a gastar así, tengo que ser más consciente y cocinar en casa.

Entonces a la mañana siguiente me alisté para cocinarme y me di con la sorpresa de que se me había vencido muchas cosas. Abrí la refri y me golpeó el olor a pollo muerto. ¡Fuck el pollo que compré! A la mierda la media pechuga que había sacado del freezer para hacer sanguchitos. Un paquete de chorizo parrillero, vencido. El pan, vencido. Lata de choclitos dulces, vencida. Puta madre, Fátima... ¿Por qué eres así?

Claro pues, la floja de mierda, primero habla del ahorro, de no desperdiciar, de la billetera gordita pero deja tirada la comida... ¡por floja! Estaba asada... Asada y hambrienta, qué horrible combinación. Terminé comiendo fideos con ají y tomando manzanilla (en mi copa rosada de gin porque la taza no la lavé, por floja de mierda).

Y aquí viene un twist interesante en esta historia... Subí este mismo relato a mis historias de Instagram, cerrando el episodio contando que al día siguiente iría a comprar y que sería mucho más responsable, junto al botón de pregunta: ¿Qué no me puede faltar en mi shopping responsable? Cualquiera pensaría que las respuestas serían tipo mantequilla, atún, arroz, fruta, pan... en fin. Pero hubo una respuesta que simplemente me cagó y me sacó totalmente de cuadro: compra CAL ZO NES. ¿A quién mierdaaaaaa se le ocurriría comprar calzones como insumo principal de consumo ante una pandemia? 

Mi sobrina, Alejandra "Pelu" Yataco, a puertas de los 23 años, es mi gran compinche. Me celebra todas las cojudeces, comparte mis historias, participa en todo lo que hago y es mi gran fan. Es una chica cool, cague de risa, muy noble e inteligente... un poco leeeeeeenta a veces... pero más que lentitud, tiene una habilidad para crear lógicas irrazonables.

Nota mental: lógica irrazonable = compra calzones en pandemia

¡Hasta lo del papel higiénico lo podría entender! ¿Pero calzones? Luego me puso compra chompitas... Yo seguía anonadada mirando la pantalla y tratando de entender. Luego volvió a escribir -emocionadísima- tía compra joggers para que estés cómoda. Entonces hice la pregunta... QUÉ CHUCHA HABLAS. Y me puso bueno no sé, es esencial en la vida, ¿no? 

Hoy me levanté temprano y como nunca se me antojó un cafecillo con mi pucho. Me puse a pensar en esa huevada y a reírme. Me dio mucha nostalgia porque creo que lo primero que hubiera ocurrido es que, al llegar el domingo familiar, al momento de estar listos para almorzar un chifaza, yo habría contado esta historia a mi familia.

Mi papá, a la cabeza de la mesa, se hubiera atorado de risa pero también hubiera sido el primero en defender lo indefendible. ¡Nadie puede vivir sin calzones. Mi Pelu dio una brillante respuesta! Mi hermano Christian hubiera gritado ¡Andá! Y luego hubiera recordado alguna otra historia para seguir con el bullying. Dinka, mi cuñada blanquita, estaría llorando de risa pero tapándose la boca, como el emoji del monito. Mi mamá riéndose con toda libertad pero luego diciendo ya no la fastidien. Martín, su papá, le habría dicho ay, mija mejor almuerza nomás. Y todos, nos hubiéramos cagado más de la risa.

Cosas simples de la vida como un almuerzo familiar y bullying a la sobrina. ¿Cuánto se extraña, no? Hablo con mi familia todos los días, chismorreamos, nos mandamos memes, videollamamos y tratamos de siempre estar en contacto. Pero nada se puede comparar a estas grandes historias en el verdadero LIVE.

Y lo que más rescato de todo es que, quien se sopló todas mis historias de Instagram, una tras otra, se rió conmigo, fue parte de y se tomó la molestia de responder a mi pregunta recomendándome lo que -para ella- era esencial, fue mi gran fan. Mi sobrina Pelu. 

Recuerden, a veces el resultado final no importa, sino todo el cariño que hay detrás. ¡Feliz cumpleaños, hija hermosa! Esta historia es para ti. A penas podamos salir, te llevo a comprar calzones.